El libro “Young Stalin” (El Joven Stalin), de Simon Sebag Montefiori, es su segundo texto sobre el dictador soviético, acerca de su juventud. En él se recuerda un episodio en que Stalin dice: “Mi mayor placer es escoger una víctima, preparar un plan minucioso, llevar a cabo la venganza y luego ir a la cama”.
El libro ofrece una riqueza de detalles serios y grotescos, creando un retrato memorable de uno de los monstruos más grandes del siglo XX.
Vale la pena citar el resumen de Montefiore sobre los constrastes de este ganster revolucionario: “Inspirado por un hambre de aprender y el instinto de enseñar, él estudió fervientemente novelas e historia, pero su amor por las cartas era abrumado por su ambición por mandar y dominar, derrotar a sus enemigos y vengar los desaires. Paciente, calmado y modesto, él podría ser al mismo tiempo un vanidoso, agresivo e irritable, con arrebatos de crueldad (que cambiaba) de un momento a otro…”.
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Trotsky, su víctima más famosa, lo despreció con consecuencias desastrosas. El intentó ignorar a Stalin tratándolo como un burócrata, pero Stalin no era un anónimo y este libro lo revela como un personaje exuberante, carismático, además de despiadado y a menudo cruel y sádico.
Mucho se ha escrito acerca de los golpes que sufrió de niño Stalin, de su padre violento y su adorada madre. Los habitantes de Gori, donde él se crió, eran adictos a la violencia callejera, y el Seminario de Tiflis lo ayudó a convertir a este autodidacta y poeta en un decidido ateo y rebelde.
Stalin pronto se tranformó en un revolucionario y terrorista, que desvergonzadamente creo una organización de asaltantes que robaba armas y protegía a los mafiosos.
El mundo de los revolucionarios georgianos era de conspiración con policías espías y dobles agentes que pertenecían a la policía secreta zarista, la Okhrana. Stalin no tenía escrúpulos para matar a cualquiera que fuera sospechoso de traición, y muchos inocentes fueron aniquilados por sospecha. Incluso hubo secuestros y un par de casos de piratería, cuando los revolucionarios se tomaron los barcos en el Mar Negro y el Mar Caspio, saqueando los tesoros. Gran cantidad de estas “expropiaciones” fueron enviadas a Lenin para financiar la causa bolchevique.
El gran robo de Tiflis, la emboscada a un camión lleno de dinero en la plaza principal, se convirtió en un escándalo que se difundió en todo el mundo. Atacando con bombas y armas de fuego, la pandilla de Stalin afectó a 90 personas, de las cuales 40 murieron. Fue una gran vergüenza para los bolcheviques, pero Lenin, que era tan inescrupuloso, como su acólito de Georgia, quería gastar el dinero en grande. El violento secuaz de Stalin, Kamo, fue a Finlandia con el equivalente a 1,7 millón de libras, que fueron destinadas para la causa. Los mencheniques, que no recibieron ningún penique de ese monto, se empecinaron en destruir a Lenin y Stalin. Lenin admiraba verdaderamente el comportamiento despiadado de Stalin. “Es exactamente la persona que necesito”, decía.
En una reunión con su camaradas bolcheviques durante su exilio en Liberia poco antes de la revolución, a todos los representantes les preguntaron sobre sus placeres favoritos. Varios mencionaron seducir mujeres y otros optaron por nombrar actividades políticamente correctas, como el servicio proletariado. Stalin, que recién había seducido y embarazado a una niña de 13 años en ese sector, dijo lo que a él le producía la mayor satisfacción: “Mi mayor placer es escoger una víctima, preparar un plan minucioso, llevar a cabo la venganza y luego ir a la cama. No hay nada más dulce que eso en el mundo”. Sus camaradas no lo tomaron en serio, lo que se iba a convertir en su mayor error, sin contar lo que sería para todo el país. Este es un libro impresionantemente objetivo, considerando que cubre el desarrollo de semejante horroroso tirano”.
Gracias a la introducción que nos proporciona el relato de este libro, nos adentraremos -en base al estudio hecho en Ponerología Política (Andrew M. Lobaczewski)- a ver cómo los individuos con ciertas anomalías en el tejido cerebral, son pieza fundamental en la génesis del mal, o sea, en la deformación social que deriva en el dominio psicológico de la visión psicopática del mundo.
Stalin resulta ser un paradigma en el estudio de este tipo de sujetos, especialmente por su característica patológica, esto es, la caracteropatía frontal. Por ello, antes de adentrarnos en cómo los caracterópatas (psicópatas secundarios) pavimentan el camino para la ponerización de la sociedad, es necesario adentrarnos en comprender los mecanismos y causas de su psicología.
“Consideraciones comparativas condujeron al autor [Lobaczewski] a concluir que Iosif Vissarionovich Dzhugashvili, conocido también como Stalin, debería ser incluido en la lista de este tipo especial de caracteropatía ponerogénica, la cual se desarrolló como parte del daño perinatal en los campos prefrontales del cerebro. La documentación y las noticias acerca suyo abundan en indicaciones: brutal, encantador, carismático como una serpiente, la toma irrevocable de decisiones, el carácter despiadado inhumano, la venganza patológica dirigida a cualquiera que se interpusiera en su camino; y la creencia egoísta en su propio genio por parte de una persona que era, en realidad, promedio. Esta afirmación explica también su dependencia psicológica a un psicópata como Beria. Algunas fotografías revelan la deformación típica de su frente, que aparece en gente que ha sufrido un daño muy temprano en las áreas mencionadas anteriormente. […]
“Caracteropatía frontal: Las áreas frontales de la corteza cerebral (10A y B según la división de Brodmann) no están presentes en forma virtual en ninguna criatura excepto en el hombre; están compuestas por el tejido nervioso filogenéticamente más joven. Su citoestructura es similar a la de las áreas de proyección visual mucho más adultas, en el lado opuesto del cerebro. Esto sugiere algún tipo de similitud funcional. […] Como lo describen algunos investigadores, (Luria et. al.) las funciones de estas áreas - aceleración y coordinación del proceso de pensamiento – parecen provenir de esta función básica.
“Un daño en esta área… ha sido reducido considerablemente gracias al progreso del cuidado médico de mujeres embarazadas y recién nacidos. El rol ponerológico espectacular que resulta de los trastornos de la personalidad causados por esto debe ser considerado como característico, de alguna manera, de las generaciones pasadas y de las culturas primitivas.
“Daños en la corteza cerebral en estas áreas perjudican selectivamente las funciones mencionadas anteriormente sin perjudicar la memoria, la capacidad de asociación ni en particular esas sensaciones y funciones basadas en los instintos, como por ejemplo la capacidad de intuir una situación psicológica. Por lo tanto la inteligencia general de un individuo no se ve reducida en mucho. […]
“La personalidad patológica de tales personas, conteniendo generalmente un componente de histeria, se desarrolla con el correr de los años.
"Las funciones psicológicas que no están dañadas se desarrollan de más para compensar, lo que significa que las reacciones instintivas y afectivas predominan. Gente relativamente vital se vuelve beligerante, feliz cada vez que toma algún riesgo, y bruta tanto en sus palabras como es sus hechos. Las personas con un talento innato para intuir situaciones psicológicas tienden a aprovecharse de este don de una manera egoísta y despiadada. En el proceso de razonamiento de dicha gente, se desarrolla un atajo, pudiendo evitar la función disminuida, por lo que esto lleva directamente de asociaciones a palabras, actos y decisiones que no son sujetos a disuasión alguna.
"Dichos individuos interpretan como un símbolo de su superioridad su talento para intuir situaciones y para tomar decisiones simplificadas por demás en fracciones de segundo, comparados con la gente normal, que necesita pensar durante mucho tiempo, experimentando dudas sobre uno mismo y motivaciones conflictivas. No es necesario deliberar durante un largo tiempo acerca del destino de tales criaturas.
“Dichas “personalidades stalinísticas” trauman y hechizan a los demás, y a su influencia le es excepcionalmente fácil evitar el control del sentido común. Una gran proporción de gente tiende a acreditar poderes especiales a tales individuos, sucumbiendo por ende en sus creencias egoístas. Si un padre manifiesta un tal efecto, sin importar cuán mínimo éste sea, todos los niños en la familia presentarán pruebas de anomalías en el desarrollo de la personalidad.”(fin de cita)
Nota: Entonces, una vez informados acerca de la caracteropatía frontal, es importante poder entender cómo este tipo de psicópatas secundarios permiten que las sociedades sean permeables a la acción degenrativa de los psicópatas esenciales:
“Los procesos patológicos han tenido históricamente una profunda influencia sobre la sociedad en general debido al hecho de que muchos individuos con personalidades deformadas han efectuados roles asombrosos en la formación de construcciones sociales. […]
“En cuanto a los factores patológicos de los procesos ponerogénicos, daños perinatales o de temprana infancia tienen resultados más activos que los daños que ocurren más tarde.[…]
“En sociedades con un sistema médico altamente desarrollado, encontramos que dentro de los primeros grados de la escuela elemental, de un 5 a un 7 por ciento de los niños han sufrido lesiones en el tejido cerebral, que causan ciertas dificultades en el comportamiento académico. […]
“Llamaremos “Caracteropatías” a los desórdenes de la personalidad que resultan de tal patología.
“Algunas caracteropatías juegan un papel destacado como agentes patológicos en los procesos de la génesis del mal en una gran escala social. […]
Nota: Más aún si consideramos que en estos casos se produce una selección negativa, en la cual el jefe de Estado con una mente dañada busca seleccionar a sus empleados, basándose en su propia visión del mundo dañada patológicamente, produciendo de esa forma graves efectos en las estructuras sociales bajo el dominio de tales individuos.
“La experiencia de personas con dichas anomalías crece por encima del mundo humano normal al cual pertenecen por naturaleza.
"Así, su modo diferente de pensar, su violencia emocional y su egoísmo encuentran una entrada relativamente fácil en la mente de otra gente y son percibidos como categorías de la visión lógica del mundo. Dicho comportamiento por parte de personas con tales desórdenes de la personalidad traumatiza la mente y los sentimientos de la gente normal, disminuyendo gradualmente su capacidad para hacer uso de su sentido común. A pesar de su resistencia, la gente se acostumbra a los hábitos rígidos de pensamiento y experiencia patológicos. Como resultado, en la gente joven la personalidad sufre un desarrollo anormal que conduce a una malformación. De este modo presentan factores patológicos ponerogénicos los cuales, a través de su actividad oculta, engendran fácilmente nuevas fases en la eterna génesis del mal, abriéndole las puertas a una activación posterior de otros factores que luego se apoderan del rol principal.[…]
“Anomalías de la personalidad desarrolladas como resultado de un daño del tejido cerebral se comportan como factores ponerogénicos insidiosos. Como resultado de las características descritas más arriba, [las influencias ponerogénicas] anclan en la mente humana, traumatizando a nuestra psique, empobreciendo y deformando nuestros pensamientos y sentimientos, y limitando la capacidad de individuos y sociedades para usar el sentido común y reconocer una situación psicológica y moral.
“Esto le abre la puerta a personajes patológicos quienes más frecuentemente son portadores de desviaciones psicológicas heredadas. Luego empujan a individuos caracteropáticos hacia la sombra y preceden con su trabajo ponerogénico. Es por eso que diversos tipos de caracteropatías participan en los períodos iniciales de la génesis del mal, tanto en la escala macro-social como al nivel individual de las familias humanas.” (Fin de cita)
[Este artículo está basado en extractos del comentario de libro intitulado "Stalin, el gran delincuente", de Anthony Beevor, Daily Telegraph]
lunes, 25 de junio de 2007
Stalin y los caracterópatas en la génesis del mal
Su Mayor Placer
Stalin, un ejemplo de caracteropatía frontal
Los caracterópatas (o psicópatas secundarios) en la génesis del mal
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1 comentario:
Un espacio para adentrar sobre la naturaleza de los análisis expuestos. Me han llamado mucho la atención, de alguna manera ha habido alguna coincidencia (me llega por otras vías), un cierto llamado de atención. Hay que profundizar sobre ello. Saludos, Martha Colmenares. Venezuela
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